La Argentina de los Kirchner baja otro peldaño

El gobierno de los Kirchner lo hizo de nuevo. Cuando ya se pensaba que el matrimonio gobernante había agotado todos los anacronismos económicos posibles, como financiar su enorme  gasto público con  impuestos a las exportaciones, encubrir la alta inflación con cifras irreales, y mantener precios populistas de servicios públicos, ahora anuncia la guinda de la torta: la nacionalización del sistema privado de pensiones.

No hay nada que afecte más al Estado de Derecho que la falta de respeto a la propiedad privada. Los fondos de pensiones pertenecen a los aportantes, no al gobierno de turno. Estatizar los dineros que los trabajadores han ahorrado para tener una vejez digna es grave e irrespetuoso, más aún si se hace para compensar con esas jubilaciones el elevado gasto público del kirchnerismo.

La medida, además de agravar el descrédito de ese gobierno ante las instituciones internacionales, contribuye a crear desconfianza en nuestra región en medio de una grave crisis financiera.

Con el anuncio, la  Bolsa de Buenos Aires cayó estrepitosamente. La lectura de los mercados es que la nacionalización es una forma de sencillamente apropiarse de los activos de las Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión (AFJP). Nadie cree la explicación oficial de evitar que los fondos se descapitalicen. La sospecha es que el gobierno de los Kirchner no tiene dinero para pagar los vencimientos de la deuda y sus compromisos internacionales, y que los fondos de los 10 millones de afiliados podrían destinarse a ese propósito.

El gobierno argentino no tiene la seriedad ni  la confianza de la gente para poder argumentar que cuidará bien esos fondos. Y no es culpa de los jubilados que los Kirchner  no hayan ahorrado durante las vacas gordas,  para compensar ahora la bajada de precios de las exportaciones. Los Kirchner no sólo no ahorraron: le impusieron nuevas “retenciones” a las exportaciones para cubrir con ese dinero sus ineficiencias estatales. Ahora pretenden usar los 30.000 millones de dólares de los jubilados sin consultar a los propios afectados, ni al parlamento, ni a nadie. Simplemente arriesgan las reservas de quienes ya no tendrán oportunidad de rehacer sus vidas y de ahorrar en otra forma.

Los Kirchner, fiel a su estilo,  sólo están cambiando el origen de los recursos a que echan mano: de las “retenciones” -ya no tan cuantiosas por los menores precios de exportación- se pasan a las jubilaciones. Y así como la reciente prosperidad del mundo benefició a marido y mujer y les permitió un tercer gobierno populista con precios artificiales, ahora van a culpar a la crisis mundial por sus desaciertos económicos y sus gastos irresponsables.