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El Mayo de los ciudadanos

Mayo es un mes simbólico. Se cumplen 20 años desde que en 1989 empezó el pacífico movimiento  de ciudadanos que hizo caer, en noviembre, el Muro de Berlín. Era el fin de la Guerra Fría.

En Chile, en mayo recordamos a Arturo Prat, y en el mundo se celebra en este mes a los anónimos trabajadores. Hace dos décadas, Erich Honecker arengó por última vez, como dirigente de la ex República Democrática Alemana, a esforzados obreros que, obligados, hacían posible la producción de las economías soviéticas. Honecker durante años ordenó el asesinato de muchas personas que intentaron cruzar el Muro. Tal vez nunca imaginó que esa horrorosa fortificación, cuya construcción supervisó, sería derribada por pacíficos ciudadanos, no por una invasión militar.

La sociedad civil, esa suma de voces y acciones ciudadanas, pudo más que los guardias armados, los tanques y la ideología. El muro fue derribado sin violencia,  por la fuerza de las voluntades. Honecker se exilió en Chile junto a su mujer. No obstante sus crímenes ambos fueron acogidos, él ya murió y ella aún vive entre nosotros sin ser molestada, como corresponde en un país civilizado frente a una persona mayor. Pero muy distinto fue el destino de sus opositores.

La mayor diferencia entre una sociedad sometida, y una libre, es la existencia de una activa sociedad civil, ese tejido de relaciones e  instituciones intermedias entre el Estado y las personas, que impide que los gobiernos se transformen en totalitarios. Cuando desde Moscú Mijail Gorbachov anunció las dos palabras mágicas -glasnost o transparencia política y perestroika o reestructuración económica-  el mundo cambió. Las personas entendieron que podían iniciar organizaciones civiles, al margen de la tutela del gobierno, y se desplomó todo el andamiaje estatal que sostenía al sistema soviético. La ex URSS se disolvió sin  una guerra, sin una invasión. Fue, una vez más, por la fuerza de las voluntades que ansiaban libertad.

En Chile, mayo es Arturo Prat. Su entereza moral, su integridad, lo instalaron como un héroe en el corazón de las personas. Fue la sociedad civil chilena la que reconoció en Prat a un referente nacional. 130 años después, su legado continúa presente y nos une como nación frente a desafíos como el planteado por Perú en La Haya. Es un aglutinante social genuino, que identifica e inspira,  a pesar de nuestras legítimas diferencias en épocas electorales.